10-11-2995: Las escapadas de Trosulis
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Pues yo me podría acostumbrar fácil a una vida así -dice con aire distraído Kaibu.
Mizuki, a los mandos de la Nexo, se gira discretamente y observa a su amigo sentado en la parte de atrás de la cabina, dándole la espalda. Le llama mucho la atención la naturalidad con la que ha hecho esa afirmación. Llevan las últimas horas recorriendo territorio no amistoso, entrando en las zonas de conflicto entre la República de Antigone y los xenon. Han estado esquivando los proyectiles y los asteroides, pilotando a toda velocidad para saquear las mercancías y los contenedores a la deriva de las naves abatidas. Han sido disparados y han tenido que huir cuando los hostiles se han vuelto hacia ellos para salvar la vida. Y tras escapar, han vuelto una vez que han perdido la atención de los combatientes para seguir saqueando la zona de batalla.
La mujer se pregunta qué tipo de vida tiene dentro del Protectorado para que todo un Teniente de flota con autoridad y privilegios se sienta agusto y tranquilo recogiendo las migajas de la batalla en una pequeña nave. Ahora mismo estaban cruzando a solas y sin escoltas sectores piratas, con los ojos bien abiertos para no ser interceptados o atacados por naves mucho más poderosas que la que llevaban.
Ser piloto de la flota espacial del Protectorado había sido siempre su sueño, el de los tres amigos cuando eran pequeños. ¿Cómo es que le resultaba tan atractiva una vida tan precaria como esta? Mizuki sospecha que hay algo detrás de las apariencias que Kaibu oculta y que no pinta bien…
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Estamos llegando a la Puerta de Salto de Avaricia IV… ¿has estado alguna vez aquí? -pregunta la capitana.
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No, nunca. Pero ya sabes lo que se dice -comenta mientras se incorpora y se acerca a la consola auxiliar, para supervisar el radar.
Oleadas de fuego solar que recorren periódicamente el sector arrasando con todo lo que engullen.
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Pues no quiero acabar como un pastel quemado en un microondas, Kaibu. Así que vamos a toda prisa a refugiarnos -señala, aumentando la velocidad de la nave justo antes de cruzar la Puerta de Salto.
Al otro lado de la misma, el espectáculo es un tanto tenebroso. Al contrario que en otros sectores, todo el firmamento es de color oscuro y rojizo, con una omnipresente y amenazadora estrella de cuya superficie refulgen ondas flamígeras de energía. El interior de la cabina de la nave se inunda de las mismas tonalidades, reflejandose en los rostros de ambos pilotos que miran serios y cautivados el paisaje espacial.
El silencio domina la cabina mientras la Nexo avanza a toda velocidad hacia un inmenso asteroide a unos centenares de kilómetros. Lo alcanzarán en breve, pero la imprevisibilidad de las oleadas les intranquiliza. A medida que se acercan, vislumbran más detalles de Tidebreak, la estación espacial construída en el asteroide que sirvió de refugio original cuando las oleadas comenzaron a suceder hace unos 25 años.
El ambiente se destensa poco a poco cuando llegan al rango de comunicación con la estación, solicitando el permiso de aterrizaje al centro de control. En cuestión de minutos, la Nexo está penetrando al interior del asteroide y encaminándose a la plataforma de aterrizaje asignada. La nave se posa sobre la superficie metálica sin incidencias.
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Mizuki, voy a por Trosulis. Le he estado llamando pero no responde a la comunicación. Espérame en el observatorio y llévate a Nathan para que tome el aire un poco -comenta mientras se enfunda una chaqueta antes de bajar de la nave.
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De acuerdo, aunque dudo que quiera venir -asegura la mujer.
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Pues debería salir de su cubículo y relacionarse más -dice a modo de reproche. Pero Mizuki solamente se encoge de hombros ante el comentario de Kaibu. El hombre niega levemente con la cabeza y sale de la Nexo con paso decidido.
El terráqueo comienza a caminar entre las plataformas de aterrizaje donde el tráfico espacial es constante. Pero, al contrario que en lugares más prósperos como el Protectorado o incluso el espacio de los Pioneros de Segaris, los Riptide Rakers son una sociedad poco organizada que sobrevive en este sector hostil. Y eso se nota en pequeños detalles como la ausencia de uniformes del personal de la estación o la falta de fuerzas militares. Kaibu los observa analizando las múltiples vulnerabilidades que tendrían en caso de invasión. Aunque… ¿quién querría invadir un lugar maldito como Avaricia?
Finalmente, localiza a lo lejos a la Vifilkin, la nave que capitanea Trosulis y que le rescató de una probable muerte en el pasado. Ocurrió hace no mucho, cuando fue teletransportado por la anomalía y quedó abandonado dentro de su traje espacial a muchos sectores de distancia. Aunque pequeña y con poco espacio de carga, esa nave tiene algo especial para el terráqueo: nunca olvidará la alegría infinita que sintió cuando la vio aparecer de la nada allí varado en la soledad del espacio.
Kaibu se aproxima a la escalerilla lateral, observando que la nave tiene la puerta abierta. Sube por ella y, antes de llegar a entrar, ya ve a Trosulis echado sobre su asiento de piloto. Parece estar dormido, aunque lleva el casco puesto, lo cual disimula su estado.
El humano entra en la nave declarando en voz alta:
¡Inspección sorpresa! El teladi da un respingo y se gira inmediatamente en su asiento. Kaibu no puede verle la cara pero está seguro de que se ha llevado un buen susto, sin poder evitar reírse.
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¡Kaibu! ¡Por el huevo dorado! ¡Qué ssussto me hass dado! -protesta el piloto levantando su puño de garras cerrado.
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Vamos, Trosulis. No deberías dormirte ahí sentado. Podría haber sido cualquier bribón que te robara la nave -advierte, echando un vistazo rápido al interior de la Vifilkin.
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Esstán miss primoss ahí detráss. Echarían a cualquiera que sse atreviera a poner un pie aquí dentro, Kaibu -replica el pequeño reptiliano.
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Sí, claro… -responde el terráqueo sin convencimiento.
Venga, ven, que tenemos que hablar. Mizuki nos espera en el observatorio, que dicen que hay unas vistas impresionantes del sector -comenta mientras se gira para salir de la nave.
Teladi y terráqueo caminan durante varios minutos por las zonas de aterrizaje y los ascensores de la estación hasta llegar al observatorio de Tidebreak. Se trata de una amplia zona de esparcimiento protegida por una sólida cúpula que protege de las oleadas solares. Un establecimiento adosado a la pared del asteroide vende bebidas de diversos tipos e individuos de diversas especies y orígenes se acomodan y charlan aquí y allá ante tan único paisaje.
Ambos observan a Mizuki, que se halla sentada alrededor de una pequeña mesa en una de las terrazas, con unas buenas vistas del lugar. Efectivamente, el tímido Nathan ha vuelto a rehusar un encuentro con desconocidos y se ha quedado en la Nexo. Trosulis y Kaibu compran un par de bebidas y se encaminan hacia allá, sentándose junto a la mujer. Los primeros minutos pasan entre saludos y comentarios sobre el lugar en el que se encuentran, explicando el teladi algunas anécdotas que le han ocurrido en el pasado en esa misma estación.
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Bueno, Trosulis, vamos al grano -interviene al poco tiempo Kaibu. El terráqueo llamó ayer al teladi para preguntarle por dónde andaba, que quería reunirse con él. Para su sorpresa, el reptiliano le citó aquí, en Tidebreak.
Clarissa se queja de que apenas estás ayudando a las labores de transporte de las células de energía de la Base. Que te llama y no le respondes.
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Kaibu, yo no ssoy un transsportissta. Puedo echar una zarpa llevando cossass de aquí a allí de vez en cuando. Pero yo ssoy un alma libre, no valgo para esstar obedeciendo como un droide. Y menoss a alguien tan dessagradable como Clarissssa, dicho en claro -se explica Trosulis.
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En eso te doy la razón -interviene Mizuki, que también ha llegado a conocer a la administradora de la Base.
Clarissa no es la compañía más agradable para tener, pero no tienes que ser su amigo. Solo coordinarte bien con ella.
El hombre asiente y añade:
Clarissa es una gran profesional y si pide algo, es porque es necesario y beneficioso para todos.
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¿Para todoss? ¿O para ti? -responde escéptico Trosulis.
Yo no veo beneficio de lass ventass de la Basse…
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Para mi y para ti -asevera Kaibu más serio. Y prosigue:
O, ¿de dónde te crees que van a salir los créditos para comprar la Manticore que pilotarás?
Mencionar la nave hace que el ánimo del reptiliano cambie.
¡Ah, ssí! He vissto que los Riptide venden navess chatarrerass bien equipadass por unoss doss milloness y medio de créditoss en el muelle de Avaricia. ¡Ahí podemoss consseguirla! -exclama con tono ilusionado.
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Mira, esto sí que te parece bien… -comenta Kaibu a modo de crítica pero rebajando su seriedad. Se echa sobre el respaldo del asiento, cogiendo su bebida y dándole un sorbo. Y, a continuación, mira fijamente al teladi y le ordena:
Trosulis, tienes que dejar de perderte, al menos hasta que consigamos tu Manticore. Cuando la tengas podrás ir a tu bola por donde quieras recogiendo naves destrozadas, pero hasta entonces quédate en la Base disponible para Clarissa.
El teladi baja la mirada y niega por momentos, para volver a levantar la vista y añadir:
No puedo irme de Avaricia, Kaibu. Tengo tratos pendientes aquí… -admite.
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¿Tratos? ¿Qué clase de tratos? El principal trato que tenemos es el Pacto entre nosotros, Trosulis. El que nos va a dar los máximos beneficios... con los que vamos a comprar la Manticore -dice con algo de mosqueo.
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Estoy ayudando a una teladi, Kaibu -se justifica el reptiliano.
Tuvo una avería con ssu carguero y quedó varada ahí fuera -dice levantando su garra y señalando al exterior.
La resscaté a tiempo antess de que una oleada acabara con ella y la esstoy ayudando a recomponer ssu negocio -explica con tono lastimero.
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Pero ya has hecho bastante por ella, Trosulis. ¡Deja que los demás se ganen la vida como puedan! No tienes ninguna responsabilidad con esa piloto ni puedes ir ayudando a todo el mundo que necesita algo -le espeta, presionándolo para que deje de lado distracciones innecesarias.
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Pero, ess que… ess que… -dice vacilante bajando la vista.
Ess que… quiero tener máss trato con ella…
Los demás tardan unos segundos en silencio en entender lo que Trosulis quiere decir. Pero pronto caen en la cuenta de sus intereses del teladi, más personales que profesionales con esa teladi. Las reacciones de los humanos son notorias. Kaibu levanta los brazos y se lleva las manos a la cabeza, mientras Mizuki se ríe con sorpresa ante la sorpresiva confesión de Trosulis.
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¡No me digas que llevas semanas escaqueándote de la Base para ligar con una... teladi! -dice el humano en tono indignado, evitando en el último momento soltar una palabra despectiva para referirse a su especie.
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¡Kaibu! ¡No te enfades! Es una buena razón, todos tenemos una vida más allá de los mandos de una nave -señala divertida la mujer apoyando al reptiliano, que asiente a las palabras de ella.
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Pero, pero… -replica Kaibu, buscando una razón de peso.
Pero no puedes desaparecer sin más y dejarnos tirados, por mucha vida personal que tengas, Trosulis. ¡Avísanos cuando te vayas de aventuras íntimas! -le reprocha.
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¡Venga, Kaibu! Que aquí todos tenemos nuestras vidas ocultas, ¿eh? -le dice con toda la intención a su amigo, callándole la boca. Efectivamente, el humano tiene muchos secretos y dista mucho de ser transparente y rendir cuentas ante otros.
Girándose hacia el teladi, Mizuki pregunta:
Y, ¿cómo se llama tu amiga? ¿Cómo es? -pregunta curiosa.
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Se llama Dagobass… Dagobass Lahubassiss Yoriloss III -responde animado mientras saca un pequeño dispositivo con pantalla de su cinturón.
Mira, ess essta -asegura, mostrándole a la mujer una imagen de una teladi.
Mizuki hace algunos halagos ante la fotografía y comienza a charlar con el teladi sobre cómo fue el rescate en el que se conocieron y cómo se llevan. Mientras tanto, Kaibu se apoya con su codo en el asiento y la cara apoyada en la palma de su mano, dando por perdida la conversación por ahora. Pero dándole vueltas a la cabeza el cómo articular su discurso para que, cuando se dejen de charlas íntimas, poder negociar un acuerdo con el teladi para que ayude más a Clarissa a cambio de la Manticore.
La pregunta directa de Mizuki le saca de sus cábalas y se descoloca.
Y tú, Kaibu. ¿No tienes ninguna aventura íntima por ahí? -dice con tono travieso y divertido. El rostro impávido de Kaibu oculta el remolino emocional que se desata en su interior. No hace mucho que la cosa acabó muy mal con su última pareja en Marte y lo último que quiere es rememorar esos recuerdos…